Porque la inconformidad no es solo de un grupo de médicos suplentes que ya se animaron a parar labores el viernes pasado, hay molestia en todas las áreas y a todos los niveles por la política promovida desde la dirección encabezada por Imelda Ramírez, quien ha sido factor de división y encono por privilegios a sus colaboradores cercanos pero la causa principal de los problemas tiene que ver con su indiferencia a las deficiencias del seguro de la calle diez.
Las necesidades no las creó ella, son décadas sin presupuesto, sin nuevas plazas, sin medicamentos, con saturación de pacientes y trámites difíciles, todo eso ya existía cuando fue nombrada directora, la cuestión es que lo ha complicado aún más porque no resuelve, no actúa, no decide ni gestiona, como si la problemática se resolviera sola y es al revés, pasan los meses y es peor para el personal médico que ya no puede hacer su trabajo para generarse un clima de tensión permanente que ya alcanzó el punto de ebullición.
Para que regrese la estabilidad laboral, la doctora tendría que reconsiderar su forma de trabajo y empezar a dar solución a sus pendientes y si no, que sea directamente la delegación del IMSS en Sonora la que dé la cara para responder a trabajadoras y trabajadores de la salud antes de que la derechohabiencia sufra más por problemas internos y por mal servicio.