En 2010, con las reformas al código penal se creó un sistema de justicia para menores de edad que poco se aplica, pero cuando ocurre es un ejemplo con efectos en las nuevas generaciones.
Así pasó en 2012 cuando una adolescente fue violada por dos de sus compañeros dentro de la secundaria número dos de Guaymas donde primero pretendieron ocultar el caso, pero los padres de la víctima lucharon hasta lograr la detención de los responsables.
El caso concluyó con un fallo en contra de los adolescentes que purgaron pena de resguardo en el Itama, ahí estuvieron por varios años, perdieron parte de su adolescencia, lejos de padres, amigos y convivieron con menores de edad conflictivos en un ambiente hostil.
Hoy la joven superó todo trauma, es una profesionista y gracias al apoyo psicológico dejó atrás el grave incidente que sufrió, mientras que los responsables cumplieron el tiempo en el centro reformatorio y siguieron con su vida con una gran lección que les quitó mucho pero también les dio la oportunidad de corregir su conducta que daño a una adolescente.
Eso es lo que hay que hacer con los jóvenes que golpean a sus iguales al grado de dejarlos inconscientes o de mandarlos al hospital con lesiones graves, para ellos se necesita un tratamiento especial porque su actitud es de delincuentes y por su propio vale más un correctivo a tiempo.
Lo malo es que el sistema de justicia y el educativo han dejado pasar todos los incidentes para dejar el trabajo de prevención en el hogar y tienen razón en parte porque la educación se da en casa, nada más que cuando no hay voluntad en la familia, las autoridades tienen que intervenir por el bien de las nuevas generaciones y la seguridad de la juventud.