En 1997, Guaymas Sector Pesca tomó parte en el campeonato nacional categoría 11-12 años, en Monterrey, Nuevo León, donde derrotaron a los mismísimos campeones mundiales Vaqueros de Guadalupe, Linda Vista.
Esto fue en el rol regular, única derrota que tendrían los monarcas de Williamsport en todo su trayecto, siendo el hoy “Gordo” Roberto García, el autor de esa victoria.
Para varias, en la semifinal se vieron de nuevo las caras y la victoria correspondió a los neoloneses, quienes de esta forma avanzaron a la gran final y se proclamaron campeones. Lo demás, es historia, pero nadie quita ese enorme mérito al Sector Pesca y a su mánager, “El Profe” Álvaro Valenzuela Miranda.
Nadia Comăneci en Montreal 1976, Pelé en Suecia 1958 y Boris Becker en Wimbledon en 1985 son algunos ejemplos de atletas que, sin siquiera tener 18 años de edad, consiguieron estar en lo más alto de su deporte.
En México también existen estos casos de niños dorados, como “El Tibio” Muñoz y las dos selecciones de futbol campeonas del mundo Sub 17, pero hay un caso en el diamante que suele ser olvidado, cuya influencia se puede escuchar cada semana en los campos y canchas de todo el país y en cualquier rincón del mundo en donde se plante un representativo mexicano.
En 1997, la novena de la Liga de Linda Vista, de Guadalupe, Monterrey, representó a México en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas. Blanqueó a Arabia, Japón y Canadá para llegar a la final internacional, en la que vencieron 1-0 a los nipones, citándose en la final con el campeón estadounidense, el equipo de Mission Viejo, California.
Contra la pared y con tres outs de vida.
Los californianos aprovecharon dos errores de los mexicanos para tomar ventaja de 3-0 en la cuarta entrada y, aunque México recortó en la quinta, de inmediato contestaron para llegar a la baja de la sexta y última entrada con pizarra de 4-1.
Pese a que México anotó una carrera, el derecho Gavin Fabián estaba lanzando un “no hitter”, pero en terminó su labor al ceder dos bases por bolas, sin outs, en la baja de la sexta.
Gabriel Álvarez tomó su turno y conectó un cuadrangular de tres carreras, su primer hit en todo el torneo, para empatar el marcador. “El momentum” le pertenecía a los mexicanos. El “dugout” y la afición mexicana en Williamsport comenzaron a entonar un cántico que se convirtió en un himno del deporte mexicano.
¡SÍ SE PUEDE! ¡SÍ SE PUEDE!
Otra base por bolas y un robo de base puso a la carrera del triunfo en segunda, sin outs.
¡Sí se puede! ¡Sí se puede! ¡Sí se puede!
Turno de Pablo Torres, quien ya había jugado un rol crucial al entrar como relevista y sacar nueve outs, con ocho ponches. Torres solo vio un lanzamiento, al cual hizo contacto y se fue de hit sobre segunda, el jardinero no pudo levantar limpiamente, Javier de Isla cruzó el plato y México dejó tendido sobre el terreno a los estadounidenses para ganar su tercer título de las Ligas Pequeñas.
LA PARTE BAJA DE LA ÚLTIMA ENTRADA COMIENZA EN EL 2:41:00
Ese fue el tercer y, hasta el momento, último título que ostenta México en la Serie Mundial de Ligas Pequeñas, 40 años después del primero, que fue tan impresionante que Disney hizo una película sobre ello.
En 1957, el equipo de los Industriales de Monterrey sorprendió a propios y extraños, llegando a la final, en la que Ángel Macías lanzó un juego perfecto, el único en la historia de la final de las Ligas Pequeñas y que en 2009 llegó a la pantalla grande.
La historia de los de Guadalupe, Monterrey, no ha pasado al mundo del cine, pero permeó en cualquier evento deportivo, en el que la afición, cuando quiere impulsar para conseguir la remontada, entona este mítico canto.
En Sabinas, Coahuila, claro que ¡Sí se puede! ¡Sí se puede!