22 Junio 2022 Escrito por  Guillermo Urías EL VIGÍA

El llamado “Síndrome de Steve Sax”

“El síndrome de Steve Sax” es común entre peloteros de grandes ligas.

Para la izquierda, a la derecha, un poquito más, se escuchaban los gritos desde el bar del restaurante del Mar, ya hace muchos años desaparecido y donde un elevado número de aficionados seguíamos las incidencias de los partidos, donde con los Dodgers de Los Ángeles, Fernando Valenzuela era la máxima figura del momento, en grandes ligas.
Se trataba de una parabólica mecánica, a la que había que mover con una palanca; era lo más moderno de la época, año de 1981, donde “El Gran Toro de Etchohuaquila” era la sensación, acaparaba todos los titulares de los diarios especializados de Estados Unidos, pero había alguien más en el equipo que no se preciaba por sus habilidades defensivas; al menos, no en ese momento.
Steve Sax fue uno de los mejores segunda base con el bat durante la década de los 80’s, ganó el premio al novato del año, uno de los jugadores con más futuro, un buen bateador de contacto, que recibía la misma cantidad de bases por bolas que ponches, robador de bases, una estrella en ascenso, pero en 1983 la prensa y los mismos jugadores acuñaron un nuevo término en el mundo del beisbol: “El síndrome de Steve Sax”.
En esta temporada, Sax empezó a tener dificultades con sus tiros, dos días antes del Opening Day. En el juego inaugural hizo dos tiros malos y para el Juego de Estrellas llevaba 24 errores.
“Simplemente era como si hubiera perdido la espontaneidad y el instinto de lanzar, un día hice dos errores y dejé que la duda y el miedo se metieran en mi mente, sabía que eso se pondría peor”.
Los más sencillos tiros de Sax a primera iban y daban a las gradas, era tan frecuente este tipo de lanzamientos que los aficionados que se sentaban atrás de la primera base, empezaron a llevar cascos a los juegos, no se sabía si como broma o porque realmente estaban preocupados de ser golpeados por Sax.
En ese entonces el padre de Sax, quien había sido su entrenador en su infancia, sufrió su quinto ataque al corazón y Sax fue a visitarlo al hospital.
“Mi papá me dijo que un día despertaría y ese problema se habría ido, que él había pasado por lo mismo cuando estuvo en la preparatoria, pero una vez que había recuperado su confianza el problema había desaparecido”.
Así fue, un día desperté y había desaparecido”. John Sax, murió 6 horas después, habiendo sido esa la última conversación entre padre e hijo, acerca de su perdida habilidad para tirar a primera base. Animado por las palabras de su padre, Sax perseveró, recuperando lentamente su confianza con el tiempo. Sax terminó los últimos 38 juegos de la temporada sin cometer error.
“Cuando me retire en 1994, mi madre me dijo que mi papá nunca había tenido ese problema de tirar mal, que solo había mentido para que yo no me sintiera mal y recuperara mi confianza”. "Él mintió. No quería verme fallar, así que mintió”. Recordó Sax hace unos años a The Arizona Republic.
“Me rescató en su lecho de muerte. Y eso cambió mi vida.

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