Como no recordarlo en esta serie de reminiscencias que nos ha dejado la pandemia, y a una etapa crítica, al entrar ayer el reciente lunes al Semáforo Rojo, pero hay que cubrir la chamba y aquí seguimos.
Un juego que quedó grabado en la historia de la Liga Mexicana se desarrolló el viernes 19 de mayo del 2000, cuando Miguel Ojeda Siqueiros pegó cuatro jonrones en un juego para poner su nombre en el libro de los récords de la LMB.
El Parque Deportivo del Seguro Social tenía sus días contados cuando los Diablos Rojos del México recibieron a los Acereros de Monclova, y nadie esperaba que Ojeda fuera a terminar esa noche con cuatro cuadrangulares, lo que le permitió empatar una marca que, en ese momento, solo habían logrado dos cañoneros; empató a Derek Bryant (1985) y Roy Johnson (1991), siendo el primer mexicano en lograrlo.
Como muchos de los momentos históricos, esa inolvidable jornada tiene un antecedente especial. El histórico juego de Ojeda se dio precedido por un día muy complicado, tanto para Ojeda como para todos los miembros de los Diablos.
“Era un día muy difícil porque habíamos jugado un día antes en Saltillo, el juego se había alargado y habíamos llegado a la Ciudad de México vía autobús como a las dos de la tarde, para jugar ese día a las siete de la noche. Llegamos desbaratados por el viaje, ese día no se bateó práctica y nos presentamos directo para la hora de juego, y mira ese día fue uno de los mejores de mi carrera, se presentó ese día, un día atípico”.
Ojeda estaba en su sexta temporada con la novena capitalina, bateaba como octavo en el orden y ya estaba escribiendo un nombre importante como receptor, y el haber alcanzado esa hazaña fue una señal de la carrera exitosa que estaba construyendo y que lo llevó al beisbol de Grandes Ligas.
"(Ese juego) Se vivió de una manera muy especial porque era el primer mexicano que lo hacía, era como un sello en mi carrera que creo en ese tiempo estaba solidificándose, y pues me hacía ya un pelotero importante para la organización", recordó “El Negro de Guaymas”.
¿Cómo se dieron esos batazos?
Segunda entrada (sin gente en base).
Quinta entrada (sin gente en base).
Séptima entrada (con dos compañeros en base).
Novena entrada (con dos compañeros en base).
“El Negro de Guaymas” concretó esa noche mágica con un desenlace de película. Ya había conectado tres cuadrangulares cuando le tocó pasar a batear en la novena tanda, ya que el juego estaba empatado a 11, y todas las piezas se acomodaron para que volviera a tomar el bat.
“El último jonrón fue en la novena entrada y fue para ganar, fue para dejar en el terreno a los Acereros, pero todo pudo ser muy diferente. Se embasa Ray Martínez con hit y después (José Luis) ‘Borrego’ Sandoval tocó la bola y con error se embasó. Se quedaron la primera y tercera base ocupadas, pero si el sacrificio de Sandoval hubiera sido out en primera, posiblemente a mí me hubieran dado las cuatro bolas, la base por bolas intencional y todo hubiera cambiado", explicó.
Con hombres en las bases sin out, Ojeda solo tenía una cosa en mente: "no iba pensando en el jonrón, yo quería pegar un hit y traer una carrera, y pues afortunadamente el contacto fue sólido rumbo al right center, la bola pegó en la barda, en la punta de la barda y se fue, ese fue el jonrón número cuatro, fue muy dramático”.
Con ese jonrón de tres carreras, Ojeda completó una jornada de ocho carreras producidas, ayudando a que los colorados vencieran 14-11 a los Acereros.
SU NACIMIENTO COMO PELOTERO LO DESCRIBE LUIS CARLOS JOFFROY NÚÑEZ
Cuando la conferencia de Julio César Chávez en San Carlos, platiqué con Luis Carlos Joffroy Núñez, un experto en el tema y conocedor de “El Negro de Guaymas” a fondo, pues fue su gerente durante varias campañas con los Venados de Mazatlán, en la Liga Mexicana del Pacífico, y a propósito abordamos el tema del primer guaymense en arribar a Grandes Ligas.
Los más recientes protagonistas de las entrevistas fueron los sobresalientes jugadores el ex Grandes Ligas “El Negro de Guaymas”, Miguel Ojeda Siqueiros, y Roberto “Chufito” Osuna, brillando en todo su apogeo con los Astros de Houston, en aquellos días y hoy en desgracia, por aquel famoso asunto de violencia familiar.
Fue una plática llena de camaradería y mucho muy interesante y amena, en la cual salieron a relucir infinidad de recuerdos y experiencias vividas, uno con los Venados de Mazatlán y el otro con los Algodoneros de Guasave.
Entre otras cosas, empezaremos con Miguel; él llegó a Venados en el 92, vía cambio con Naranjeros de Hermosillo, era un jovencito con muchas facultades y deseos, solo tenía que esperar su momento.
Vino la temporada 95-96 en la cual debutó en la Mex-Pac de la forma más curiosa; en esa temporada nuestro cátcher era el norteamericano de color Terry McGriff y de pasada no lo estaba haciendo bien, en uno de los juegos me encontraba en el dougout, todo esto por instrucciones de nuestro presidente el ingeniero Hermilo Diaz, Q. E. P. D.
De pronto veo venir a Miguel, se sentó a un lado mío y le dije mira “si McGriff no sigue bateando, tu mix”, pero primero necesito solicitar la autorización con el ingeniero y el manejador, que en ese entonces era Fernando Villaescusa, Q. E. P. D.
Por ende, te invito a que te vayas preparando por si sí o por no.
Debo aclarar que en ese tiempo éramos solamente 4 empleados en la oficina, no existían los gerentes deportivos y otros puestos inherentes como se estila en la actualidad, había puro “todólogos”, gerente, contador, secretaria, relaciones públicas y el bell boy y no “more”.
A los días, en una de las juntas se tocó el tema de Miguel y en la misma se autorizó darlo de alta, y vino lo que tenía que venir.
Faltando tres días para darle la baja a McGriff, le mandé hablar a la oficina para hacerle saber que ya estaba autorizado para darlo de alta en el roster y recuerdo que le comenté entre otras cosas “ahí está tu oportunidad, aprovéchala, ponle atención a tu trabajo, no seas un cátcher pasivo, bloquea el home de frente no de lado etc. etc.”, me sentía manejador.
Y el día esperado llegó.
Debutó y precisamente contra los Naranjeros de Hermosillo, recordamos que a la altura de la quinta entrada se encontraba embasado en la segunda base el moreno Dimitry Young, un tipo que pesaba 140 kilos, cuando conectaron una rola entre short y segunda y se fue de hit, se pensó que iba a ver una jugada apretada en home como así fue, choque brutal, solo veo que Miguel sale volando y queda tirado sobre el home, al instante salen sus compañeros a ayudarle y, en efecto había sido un golpe durísimo, al llegar a la escalinata del dougout apoyado por sus compañeros me dijo “¿Así quiere que juegue?”, así. Miguel, hubo un momento que me sentí mal porque pudo haber salido lastimado, aunque pienso que esta experiencia fue parte de su formación.
Después de ese juego nunca perdió la titularidad en sus 17 años que estuvo con los Venados de Mazatlán. Así es como dio inicio una de las carreras deportivas más admiradas dentro del beisbol mexicano. ¡Enhorabuena!
CÓMO LLEGÓ ROBERTO OSUNA JR. A LOS ALGODONEROS DE GUASAVE
Considerando la otra entrevista realizada por Javier Bambino Sedano al cerrador estrella de los Astros de Houston, Roberto “Chufito” Osuna, igual, mucho muy amena y muy bien conducida por “El Bambino”, Roberto le dio respuesta a todas las preguntas que le realizaron con facilidad y alegría.
Durante sus inicios en el beisbol amateur, desde muy temprana edad (12 años), el jovencito ya tenía la marca de la casa, su padre, Roberto Osuna, ex pitcher profesional, lo llevó por el camino que el soñaba, ser jugador profesional de beisbol, le gustaba batear, después vieron que su mejor herramienta era el pitcheo y no se equivocaron.
Posteriormente, en torneos estatales, nacionales e internacionales, los scouts le empezaron a dar seguimiento, fue donde apareció uno de los mejores scouts mexicanos en la persona de Gabriel Low, obviamente desde jovencito ya lo venía siguiendo y lo tenía ubicado hasta que llegó el momento de firmarlo, primero para la organización de los Diablos Rojos del México y posteriormente para los Algodoneros de Guasave.
Gabriel Low y este servidor fuimos compañeros, estuvimos trabajando para la organización de los Algodoneros de Guasave, siendo presidente y dueño el ingeniero Jaime Castro Parra, gran promotor de beisbol profesional y amateur. Gabriel fungía en ese tiempo como gerente deportivo del mismo.
En ese lapso, había varios equipos que querían draftear o firmar a “El Chufito” como el caso de los Cañeros de Los Mochis, pero por reglamento se le impedía, ya que existe una cláusula de la LMP que se denomina territorialidad y que quiere decir que para poder firmar como primera firma a un prospecto mexicano deberá ser nativo del municipio donde se encuentra la franquicia del club. Él nació en Juan José Ríos, municipio de Guasave, Sinaloa.
ESTO ES BEISBOL
El 15 de noviembre de 1982, el fino segunda base de los Ostioneros de Guaymas, Leobardo “Leo” Guerrero aceptó gustoso cubrir las 9 posiciones en el campo de juego, una distinción que suele ser común en los parques de pelota pero que por primera vez se celebraba en el Estadio “Abelardo L. Rodríguez”. Cada posición que “Leo” tomaba era ovacionado por los aficionados y sucedió que llegó la novena entrada, ya con Guerrero en el montículo. Había sacado dos outs y uno de los lanzamientos recta de humo al centro del pentágono el umpire le cantó bola. Naturalmente que “Leo” reclamó airadamente, hizo el berrinche de su vida y se ganó la expulsión del umpire de jom ante el reclamo general del público, al llegar a la caseta fue recibido con aplausos y risas……era un jugador muy profesional y entregado y con casta…se ganó a la afición.
Para cerrar el tema de “El Negro de Guaymas”, diré que como amateur en Guaymas, jugó con los Marineros de casa en la Liga de los Tres Valles y era jardinero y aunque muchos dicen que fue por recomendación de Alfredo “Yaqui” Ríos que se convirtió en receptor, en realidad fue a iniciativa de su mánager y entrenador de muchos años, “El Profe” Álvaro Miranda Valenzuela.