Los rostros enmarcados comparten el mismo sentimiento: la pasión desmedida por el ferrocarril, que tienen tatuado en la piel, el alma y pensamiento. Fueron muchos otoños vividos, tanto trajín dejó huella en las venas de acero, en los cuerpos transformados en coches, en los papeles convertidos en piel. Basta con accionar la locomotora del recuerdo para que se dibuje una sonrisa y broten las más sinceras exclamaciones: ¡El ferrocarril fue una gran experiencia, que añoro todos los días!
No concebimos un evento sin la asistencia de nuestros queridos amigos jubilados ferrocarrileros, Sra. Oralia Rubio, Domingo “Mingo” Bojórquez, don César Godoy, Felipe Manríquez, Raymundo Rodríguez, José Luis Robles y don Ramón Cruz, entre las mujeres y hombres que fortalecen las encomiendas que mantienen vivo el recuerdo de la Ciudad Jardín.
Quienes han estelarizado la cartelera del Mufer, escritores, cantantes, cronistas, bailarines, enfatizan sobre la calidez del público de Empalme. Yo mismo soy testigo de ese sentir. Y es que somos verdaderamente afortunados al contar con sus muy valiosas aportaciones históricas, sus benditas ocurrencias, apretones de manos, llamadas telefónicas, el dejar la comodidad del sillón, desconectarse de las redes sociales y atravesar las calles para arribar “a tiempo”, (dijo Bayona), a la cita con la cultura para disfrutar de un rico café aderezado con franca camaradería.