web counter
El recuerdo de la Navidad
Imprimir esta página
28 Diciembre 2022 Escrito por 

El recuerdo de la Navidad

Guardo los mejores recuerdos de la Navidad en mi niñez. La emoción principiaba en el salón de clases donde los maestros fomentaban la tradición a través de la instalación del árbol, la colocación de esferas multicolores en las ventanas, la simulación de una chimenea, forrando cartones con papel estampado con figuras de ladrillos que adquiríamos en la Papelería “Selecto” o en la Ferretería “Aquí es”.

Todos aportábamos algo de nuestras casas para llenar de Navidad a la escuela, el salón, los pasillos, el periódico mural. Contábamos los días para que llegaran las posadas organizadas por la Iglesia Cristo Rey, los minutos del recreo se diluían entre las muchas peticiones dirigidas a Santa Claus, que iban desde trenecitos, luchadores, pelotas de voleibol, guantes, bates, carros Tonka o a control remoto, botas de dulces, etc. Digamos que no fuimos una generación pretensiosa, nos conformábamos con la variedad del comercio de la región Guaymas-Empalme.
También es cierto que en muchas ocasiones la festividad religiosa se impregnó de artículos provenientes de los Estados Unidos. Ni Costco, ni Sam’s Club, ni los grandes centros comerciales existían, bastaba con gozar de la amistad de un ferrocarrilero que trabajara en la tripulación del tren, para beneficiarnos con aquellos anhelados tenis de marca converse, los pantalones de mezclilla de marca Levis, o de algún juguete sofisticado, sin faltar los dulces Brachs, de sabores menta, canela, mantequilla, coco, chocolate, toda una delicia que no podía faltar en la cena del 24 de diciembre.
La abuela preparaba con esmero la cena desde temprano. La mesa resultaba insuficiente para acomodar las ollas y recipientes donde se condimentaba el pavo, la masa de los tamales, el dulce de bombones, la sopa fría y tantos guisos que disfrutábamos en Noche Buena. Los niños cenábamos temprano porque había que esperar a Santa Claus, que no llegaba si permanecíamos despiertos. La pregunta recurrente de esas horas: ¿por dónde vendrá Santa Claus?. Recuerdo con inmensurable cariño aquella tarde cuando le propuse al abuelo retar a Santa Claus, escondiendo un juguete que anticipadamente me amaneció. Mi abuelo me dijo que buscara el sitio más recóndito para que por ningún motivo lo fuera a encontrar el hombre con barba blanca. Después de envolverlo entre periódicos, telas y ponerle cosas encima al interior de una maceta instalada lejos del arbolito, sentencié: “listo, te juro que no lo encuentra abuelo”, obteniendo de él una sonrisa que interpreté a la vuelta de los años, justo cuando tuve a mi hija y nos asombramos con los juguetes, avivando el recuerdo de aquel despertar de Navidad que apresuró mis pasos hasta la sala para descubrir el juguete que pensé nunca encontraría Santa Claus. El sabio del abuelo dijo: “A Santa Claus no lo puedes engañar, él sabe todo, te vigila, sabe cómo te portas con tus padres”. Pese a los muchos años transcurridos, guardo celosamente aquellas benditas horas en las que abríamos regalos, armábamos las vías de los trenes a escala, castillos de legos, poníamos baterías a los pocos juguetes que las requerían y que pronto se desplazaban entre los callejones llenos de niños con bicicletas, de vida eufórica, todos compartíamos los juguetes, el día resultaba insuficiente ante la algarabía de la Navidad llena de frío, ropa nueva, adornos en las plazas y calles, compras, obsequio de almanaques, prisas, casas recién pintadas, champurrado, luces de bengala, chocolate caliente, buñuelos, nueces, almendras, botas de dulces, abrazos, tarjetas que dejaba el cartero con los mejores deseos y que lucían en el árbol multicolor. La Navidad de interminables reuniones familiares, villancicos, sin faltar la reproducción del disco de larga duración “Las ardillitas en Navidad”, de figuras en miniatura que ambientaban el Nacimiento del Niño Jesús, de piñatas de siete picos y del aguinaldo compuesto por una bolsa de dulces, galletas de animalitos, cacahuates, sin faltar la fruta de la temporada como la naranja, mandarina y caña.
Es tiempo de compartir, de recordar, de añorar a quienes no están, para amar y valorar a quienes tenemos a nuestro lado, démonos la oportunidad de fortalecer el Nacimiento de Jesús en nuestros corazones.
A Usted, estimado lector, le deseo una Feliz Navidad y un Año 2023, pletórico de salud y éxitos familiares.

Super User

Libero tellus sit ipsum ante eu Curabitur nibh Sed Pellentesque nisl. Nibh quis laoreet mauris mi est quis nibh porttitor.

Sitio Web: www.joomlart.com