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Jesús García Corona
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06 Noviembre 2022 Escrito por 

Jesús García Corona

El amor a la vida es el instinto más arraigado de nuestro ser, es el impulso que augura la existencia misma de la especie y, por lo tanto, cuando un individuo sacrifica su vida para salvar a la de sus semejantes, ejecuta un acto de abnegación, motivado por los sentimientos más altruistas. Jesús García, el benemérito de la humanidad, encarna la abnegación y el desinteresado sacrificio por un pueblo.

No solo el gremio ferrocarrilero, sino todos los trabajadores de México y, por qué no, del mundo entero, debemos sentirnos altamente orgullosos, porque todos podemos ufanarnos de que de las filas obreras surgió aquel hombre que ofrendara su vida por salvar la de sus semejantes.
Sin pretendido alarde, ni exageración alguna, pero si con profunda e íntima satisfacción, podemos afirmar que tan ilustre hombre está considerado un héroe civil de inconmensurable dimensión universal, propios y extraños así lo reconocemos, porque la historia no registra un acto más heroico, de mayor abnegación y valiente renunciación a la existencia, como el que protagonizara el 7 de noviembre de 1907, Jesús García Corona, quien era maquinista del tren de la mina que salía de los patios bajos de Nacozari a las minas de Pilares. En la pendiente que dominaba la casa de fuerza y los talleres, en plena vista de la población, observó el maquinista que un carro cargado de dinamita se iba incendiando y que amenazaba con una inminente y pavorosa hecatombe al pueblo de Nacozari. En lugar de aplicar los frenos y abandonar el tren, lo hizo correr a todo vapor y con la mayor serenidad dio orden a la tripulación de apagar el fuego, como valientes que eran estos hombres, entre ellos el fogonero José Romero, insistieron en su empeño, hasta que el mismo García les ordenó que se retiraran del tren y lo abandonaran a él a su suerte. Cuesta arriba prosiguió con los carros envueltos en llamas y la carga infernal de dinamita, la velocidad del convoy avivaba las llamas, pero Jesús García confiaba en que aquel volcán que arrastraba no haría explosión hasta alcanzar un punto en que el cerro formaría un valladar entre el tren y el poblado, salvando de inevitable destrucción a sus moradores y apenas llegaba a la meta cuando se produjo la explosión, salvando así a la población.
Claro y vívido ejemplo constituye la épica hazaña de nuestro héroe, cuya figura se agiganta más y más a medida que transcurre el tiempo; indiscutible paradigma es en verdad Jesús García Corona, para todas las juventudes de todos los tiempos, de todos los pueblos, porque en la consumación de su grandiosa gesta no hubo el más ligero asomo de bastardos ni mezquinos intereses, ni imperó tampoco el premeditado afán de buscar fama y renombre, sino que fue la chispa luminosa que prendió en el corazón y en el pensamiento de un ser predestinado a darlo todo por nada, en un momento de supremo heroísmo y sacrificio sublime, a través del cual, sin proponérselo, alcanzó los umbrales de la gloria para respeto y admiración de la humanidad entera, porque nuestro héroe fue un hombre que no buscó la gloria; que no peleó por la libertad de un pueblo; que no levantó su espada en el fragor de una batalla, sino que fue un mártir que cumplió con su deber, el más universal, el más sagrado.
Jesucristo redimió a la humanidad en el calvario y con renunciación sublime inmoló su existencia para salvar al mundo del oscurantismo pagano, el maestro tuvo quien siguiera su ejemplo, encontró a un continuador en el evangelio del propio sacrificio por los demás. Jesús García fue este dilecto hombre que, inspirado por su espíritu templado, solemnemente arribó en su tren hacía el viaje de la eternidad.
Hoy recordamos al hombre que, con su sangre, escribió una de las páginas más brillantes de la historia del heroísmo civil universal. El Museo Ferrocarrilero, el Consejo Municipal de la Crónica y el Seminario de Cultura Mexicana Corresponsalía Empalme, exaltan su memoria en justo homenaje a su heroica inmolación. Todo lo que hagamos es poco, pero si en verdad queremos honrar el recuerdo de Jesús García Corona, debe ser trabajando conjuntamente con dedicación y empeño, con renovado esfuerzo y leal responsabilidad para contribuir de esta manera a la superación de Empalme, Sonora y México.

Super User

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