En todas las áreas, desde gubernamental, comercial hasta el respeto a reglas por una parte de la sociedad acostumbrada a la indolencia de la autoridad pasiva cuando se trata de ejercer el poder en las calles.

En ese contexto se han generado múltiples problemas fáciles de resolver, uno de ellos que ejemplifica el desorden es el establecimiento de fiestas Carito, construido en el sector San Vicente cuya operación ha perturbado la tranquilidad que merecen familias ahora inquietas por la violación a reglamentos.

En la zona del salón de eventos no se respeta el nivel del volumen en musica que debe ser regulado por la dirección de Ecología, tampoco los espacios de estacionamiento con responsabilidad para Tránsito Municipal, ni el horario permitido para convivios nocturnos, algo muy delicado que involucra directamente a la delegación del Alcoholes y a la Secretaría del Ayuntamiento que además tiene que garantizar que cada celebración cuente con permiso.

Finalmente, la policía preventiva municipal tiene que estar enterada de las fiestas para asignar elementos de la policia auxiliar pero según vecinos no en todos los eventos hay presencia de la autoridad.

Así opera un local comercial cuyos dueños tienen derecho a trabajar y que les vaya bien, lo que no pueden hacer es violar todos los reglamentos en perjuicio de cientos de familias condenadas a sufrir las consecuencias de la falta de aplicación de normas establecidas para regular la operación de establecimientos mercantiles sin afectar a terceros.

El local de eventos en referencia funciona así desde hace varios años, se esperaba que en esta administración se pudiera controlar las irregularidades por eso los vecinos afectados acordaron enviar documentos a todas las dependencias municipales encargadas de la reglamentación en esos rubros para que intervengan sin que eso signifique el cierre inmediato, pero sí multas por todos los reglamentos que se han quebrantado.

Ese es uno de muchos casos en los que se hace necesaria firmeza de las autoridades para que demuestren verdadera honestidad y de parte del comerciante hace falta voluntad para que aprenda a trabajar sin dañar la tranquilidad de su entorno bajo el principio básico de civilidad de que el respeto al derecho ajeno es la paz.