Construida a principios del siglo pasado, el edificio histórico llegó a ser uno de los más bellos de la ciudad como hogar de una de las tantas familias con descendencia francesa que llegaron a Guaymas para establecer lazos, arraigo y patrimonio.
De todos los relatos oscuros del puerto, el de la familia Ricaud pudiera ser uno de ellos pues de la bonanza pasaron a la marginación para quedar en un encierro voluntario que ha causado estragos en ellos mismos y en la vieja casona.
Con las décadas, en esa vivienda solo quedaron dos personas, madre e hijo, ella enferma mental y él preso de las adicciones, por esos padecimientos no alcanzan a advertir el riesgo de vivir en un lugar en ruinas que tiene estudio de Protección Civil que le da la categoría de inhabitable pero como no tienen a dónde ir y su condición es vulnerable han decidido quedarse en lo que queda de su patrimonio.
Afortunadamente, cuando se desplomó una parte del edificio esta semana ellos no estaban y ojalá que, al menos a la persona de la tercera edad, el Ayuntamiento a través del DIF le encontrara un lugar digno para vivir mientras se determina el destino de la antigua casa Ricaud que valdría más que fuera demolida para acabar con un pasaje de la historia de Guaymas, pero también para terminar con el peligro latente que representa en el centro histórico de la ciudad.