La razón fue que algunos funcionarios no se alinearon al plan de trabajo, hubo confusión en la cadena de mandos para generar un desorden tal que cualquiera pudo tomar decisiones y generar un caos.
El problema se reflejó en el bulevar escénico de San Carlos considerado el principal termómetro tanto de afluencia como de legalidad y lo que se vio el año pasado fueron islas de cerveza, tumulto y relajada presencia de corporaciones.
Un año después, el Ayuntamiento ha librado varias batallas al interior con despidos y aplicación de controles, además de los eventos violentos en el destino más importante de Sonora, que por meses estuvo envuelto en una crisis que dejó muertes y lecciones.
El gobierno ha invertido y al parecer varios de los problemas que acechaban a residentes se han contenido y ahora el reto para el siguiente periodo de vacaciones es el mantener el orden en las playas y bulevares para que visitantes y guaymenses puedan disfrutar de este destino turístico y que en algún momento vuelva a ser un ejemplo de seguridad.