22 Abril 2022 Escrito por  Karla Montaño B.

EL DEDO

Si en las calles de Guaymas la CEA es un desastre, dentro del organismo la situación está peor.

De hecho, la desatención a los problemas de abasto y fugas están directamente relacionados con la inestabilidad interna por tantos cambios en áreas claves para una buena administración y pareciera que la transición no ha sido efectiva en una toma de decisiones erráticas y titubeantes que impiden el desarrollo pleno de un proyecto de eficiencia.

El desorden empezó pronto, justo dos semanas después del nombramiento de David Pintor, quien llegó acompañado de un grupo de colaboradores como todos los administradores, entre ellos Martín Ruelas.

El ex síndico duró poco en la CEA, ni quince días y su cargo lo ocupó un empleado que ya estaba en la estructura del organismo.

Después nombraron a Marcial Bazúa como director comercial en Empalme para separarlo del cargo una semana después. Dámaris Ponce rompió récord en la Dirección de Comercialización de Guaymas, oficina en la que duró dos días porque nunca le llegó nombramiento en medio de una lucha de poder interna que denota inexperiencia y división en el proyecto de la 4T.

El caso más polémico está en el Departamento Técnico en el que primero fue nombrado Manuel González, que trabajó en la administración de Guillermo Padrés y a quien despidieron por irregularidades administrativas para sustituirlo por Denys Arias Álvarez, alguien que no es nuevo en la CEA.

Él ocupó el mismo cargo en el sexenio pasado, en este gobierno lo corrieron por malo y unos meses después lo vuelven a llamar como si no hubiera denuncias en su contra, mandando un mensaje duro para Morena porque se da a entender que los que están no saben ni han aprendido mucho de la operatividad del gobierno y necesitan al viejo régimen para hacer que el sistema funcione.

De hecho, hasta asesores de la anterior administración han recontratado en la CEA y es el caso de Noé Martínez que trabajó en oficinas estatales en el gobierno de Claudia Pavlovich y ahora es flamante asesor en el organismo de Guaymas.

Tanto ir y venir de funcionario no refleja otra cosa más que fallas en la estrategia de recursos humanos de un gobierno nuevo que a lo mejor quiere hacer las cosas diferentes, pero no tienen experiencia como para salir adelante solos en áreas que requieren resultados rápido.

Obviamente no hubo una planeación adecuada de las acciones que se debían tomar para lograr una transición sin sobresaltos, optaron por correr a los que sabían, llamar a los que no son apreciados ni dentro de Morena para luego despedirlos y volver a contratar a los cesados con las consecuencias esperadas por falta de continuidad en el trabajo.

Y la CEA no es la única oficina estatal con esos problemas, en la SEC van dos jefes de área y no han podido hacer que la delegada Patricia Magallanes se aplique como debe para generar un clima de incertidumbre laboral que afecta la operación de la oficina.

Y a nivel local el gobierno de Morena ha dado los mismos traspiés, con dos directores de infraestructura, dos en vendedores ambulantes, dos más en seguridad pública, dos en obras públicas, otro par en asuntos internos y relevos en al menos cuatro dependencias más.

En palacio también corrieron a inspectores y los volvieron a llamar, señalaron del cargo a gente de la cual no pudieron prescindir porque son los que saben trabajar y es hora que no encuentran a gente adecuada para la Dirección de Obras Públicas.

Con tanto cambio, lo único evidente es que la curva del aprendizaje es más pronunciada de lo que se esperaba en la 4T y que jamás se prepararon para gobernar, creyeron que el éxito consiste en gritar porras a Andrés Manuel López Obrador sin ocuparse en construir un proyecto serio, estudiando, preparándose en sus administraciones de tal suerte que ahora, siete meses después de la transición no les ha quedado otra opción que llamar a los que se fueron o buscar mejores perfiles fuera de Morena, el problema es que la gente votó por ese proyecto, en contra de la mafia del poder y ahora parece que aquellos están de regreso para convertirse en males necesarios ante la inexistencia de gobernantes aprendices.

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