La de David Pintor Hernández cuya gestión estuvo enrarecida desde el primer día hasta las últimas horas antes de entregar el cargo ocupado por ocho meses. El ingeniero llegó en un marco inmejorable de alineación astral por el respaldo del gobernador Alfonso Durazo Montaño, la bendición de Heriberto Aguilar y un bono de prestigio ganado a pulso por la honestidad mostrada en otros cargos públicos pero de esos tres factores nomás se quedó con uno y perdió más de lo que hubiera deseado al dirigir un organismo que no tiene espacio para la buena voluntad. El desgaste tiene que ver con política, dinero y con desempeño por eso emitir un juicio sobre el servidor público sería aventurado pero si algo se puede asegurar es que Pintor pecó de ingenuo al pensar que su presencia sería suficiente para vencer inercias tan arraigadas en el organismo operador del agua y que de un día para otro podría pintar de Morena las oficinas para solucionar todo como por arte de magia y entonces el milagro nunca llegó. El síndico con licencia conoció la voracidad sindical, la carestía, la imposición de cuadros, el desaseo en la aplicación de presupuesto, los golpes políticos, el fuego amigo, la complejidad de los problemas internos y de la infraestructura y a todo esto reaccionó con una dosis de morenismo pensando que el partido puede por sí solo ser factor de solución y no es así, no basta con colocar a militantes o gente afín a un proyecto y menos cuando los intereses son muchos dentro del mismo equipo. Encima, la exigencia ciudadana creció porque la esperanza estaba puesta toda en sus hombros que no pudieron soportar con la presión que se agudizó con el recorte del subsidio para concluir que lejos de ser la figura amigable y apreciada que había representado en el morenismo, terminó siendo el personaje incómodo que estaba de más en un organismo con tantas deficiencias. Sin el apoyo inicial, sin tanta popularidad y solo con el impulso de su líder moral, el ingeniero dejó el cargo para escoger el mejor de los caminos en aras de rescatar lo que perdió en los últimos meses en un espacio con menos problemas o al menos con más posibilidades de desempeñar un papel decoroso porque en la CEA era prácticamente imposible. Ya con nuevos jefes, el organismo anunció obras por comenzar en las próximas semanas y con tanto cambio solo se espera que por fin encuentren la fórmula para equilibrar fuerzas, valerse de gente con experiencia y oficio político para prestar el servicio que la sociedad de Guaymas merece y reclama desde hace décadas.