En el historial de los Algodoneros de Guasave en la Liga Mexicana del Pacífico, han tenido dos grandes desgracias y apenas una gran satisfacción.
Era el año d4e 1971, cuando el súper prospecto de los Mellizos de Minesota de nombre Selman Jack, perdió la vida en plena temporada, durante un accidente de motocicleta.
Pero también los Algodoneros tendrían a su máximo ídolo de todos los tiempos; el receptor Jim Campanis, quien aquella navidad de 1970 se vistió de Santa Claus, gastó toda su quincena en juguetes y los repartió entre los niños pobres de Guasave, en un gesto que como persona lo enalteció y lo llevó a la consideración de ídolo.
Ahora le tocó a Matt Pobereyko no era solamente un gran pitcher, también un gran hombre, y quisiera platicarles un poquito más de él.
Su pasión por el béisbol inició con su padre, él también era jugador de béisbol que una vez retirado estudió para convertirse en abogado, su mamá Karen era su fan #1, siempre veía todos sus juegos.
El inicio desde abajo, jugando en ligas menores en US, ganando el mínimo pero nunca dejando su pasión, cuando por fin tuvo una oportunidad en República Dominicana donde jugó por 5 años como pitcher cerrador.
En el invierno del 2021 lo liberaron y fue cuando Algodoneros lo contrató por primera vez para jugar PlayOffs. Cuando regreso este invierno del 2022 puso la condición de que vendría pero como pitcher abridor, se le criticó y se le llegó a decir que no podría, pero su coach de pitcheo aquí en AG le dijo que entre los dos les demostrarían a todos que estaban equivocados. Y así fue.
Matt era amante de los perros, podía pasar horas en el balcón de su departamento en Guasave viendo perros pasar, el tenia dos gigantes de los Pirineos que vivían con sus papás; Gracie y Wrigley, las adoraba. También le encantaba pasar por la farmacia Guadalajara que está contra esquina de la escuela Mariano Escobedo por que siempre había perros pasando el rato por ahí, decía; ve a todos esos weys pasándola bien. Por cierto, le encantaba la palabra wey. Era su manera de decirle a sus amigos y a los perros, básicamente a todo lo que el amaba. Decía que su mamá era su wey (su amiga) y su cómplice.
En algún momento le comenté; “La próxima temporada deberías venir una vez ala semana a alimentar a estos weys (perros), muchos niños te admiran y empezarían a querer y cuidar a los perros como tu” y me contesto: “Si lo haré, es una buena idea”.
En su complejo de departamentos vivían Jeff Kinley, Nico Tellaeche, Anthony Herrera y al final de la temporada Joey Terdoslavich. Matt todas las mañanas a las 11am tenía el café preparado para tomar café con los gringos (como el decía). Ahí en su departamento el formó una familia, donde todas las mañanas había café, desayuno, platicas, risas y mucho mucho chisme. Le encantaba el chisme.
Matt era muy chistoso, muy carrilludo, pero era un tipazo. Muy apasionado, muy cariñoso y muy respetuoso. Generoso, siempre compartiendo, siempre. A veces les invitaba el desayuno a todos, sus favoritos eran el California wrap de Benys, los chilaquiles cremosos de Enchilaquiles y prácticamente todo el menú de Canela y Miel. Le encantaba cenar en Vore, Bodega 21 y al final conoció Fugu.
Matt se enamoró de Guasave y de su gente. Al final de la temporada decía que seguiría ganando para seguir aquí, no se quería ir, y si tenía q salir a pitchar aunque no le tocaba lo iba a hacer. Dos veces entro al bullpen preparado para cerrar el juego y ganar. No estaba listo para irse. Guasave le dio todo por lo que trabajo y se esforzó por muchos años. Tres días antes de morir platicando con su amigo Jeff Kinley decían lo mucho que extrañaban Guasave, sus calles, su comida y su gente.
El amor que Guasave le demostró a Matt Pobereyko es el espejo del amor que a Matt le nació aquí. Donde hizo amigos, una familia y cumplió sueños, contaba los días por volver, y aquí está y aquí seguirá por siempre.
Al terreno de juego del parque de Guasave llegaron alrededor de diez mil arreglos florales, como símbolo de reconocimiento a quien por siempre, será su ídolo.