08 Enero 2023 Escrito por 

LOCOMOTORA EMPALME No.850: ORGULLO EMPALMENSE

Con herramientas y materiales improvisados, tales como alambres de jaula, sobrantes de láminas de acero, casi desperdicios; un joven dibujante técnico, en compañía de 46 ferrocarrileros y 450 días de trabajo ininterrumpido, construyeron una locomotora en miniatura, la más pequeña del mundo y orgullo de los Talleres de Empalme, Sonora. El joven dibujante era Carlos Llausás y la máquina, una Mikado verdadera, reducida en doce veces de su tamaño real.

La idea de que en los Talleres Generales del Ferrocarril de Empalme podía realizarse, con obreros mexicanos, un trabajo de miniaturización lo bastante perfecto como para asombrar al mundo, surgió de la mente del Sr. S. M. Houston, Superintendente General de Fuerza Motriz y Maquinaria del Ferrocarril Sud Pacífico de México, el mes de septiembre de 1934.
Contagiado por la idea, el joven Llausás de inmediato trató el asunto con sus compañeros de taller. Rosario Z. González manifestó enseguida que él se encargaría de la fabricación de la pieza y armado de la locomotora. Reynaldo Angulo, por su parte, de la fabricación de la caldera, del ténder, trabajos de laminado y el armado final. De las diferentes ramas del taller colaboraron cuarenta y tres elementos que acordaron dar cima a tan ambicioso proyecto. El Mayordomo General de los Talleres, señor José F. Aguilar y el Almacenista Ramón C. Munguía, dieron de inmediato su decidido apoyo.
Con material de desecho, en las instalaciones propias de la empresa, y después de las horas normales de trabajo, los 46 trabajadores ferrocarrileros dieron principio a su labor, con gran alarde de cooperación, de equipo, de conjunto y de coordinación, ese mismo mes de septiembre de 1934. Acuciosamente y casi febrilmente, la locomotora fue tomando forma bajo las manos de nuestros expertos mexicanos trabajadores del riel.


Brillantes como el sol de una nueva aurora, los centímetros fueron surgiendo en líneas y metales, hasta convertirse en metros. Dos metros con ochenta y cinco centímetros fue la longitud máxima que alcanzó la Locomotora Mikado. Y creció, creció hasta llegar a una altura de 41 centímetros desde el piso. Miles de piezas liliputienses danzaron al ritmo de las diestras manos de los operarios, asentándose perfectamente en el lugar correspondiente hasta que, finalmente, el 1 de enero de 1936, emite el silbatazo del recién nacido.
Su primer alimento le es proporcionado: diésel a presión de vapor de 60 libras por pulgada cuadrada: sus 1.7 caballos de fuerza cobran bríos y arrastrando su peso de 100 kilogramos da su primer deslizamiento…dos kilómetros por hora…tres…cuatro y finalmente cinco kilómetros por hora, su velocidad máxima.

La algarabía fue estruendosa, el brindis, los comentarios, la satisfacción plena en el rostro y el bautismo.
Su nombre: “LOCOMOTORA EMPALME No.850”. Sus madrinas: María de Jesús Carrillo, María del Socorro Verdugo y Carlotita Ruíz. En representación del C. Presidente de la República, General de División Lázaro Cárdenas del Río, asistió a la ceremonia el Gral. José F. Botello. Miles de ojos la admiraron ese día y muchos más, recorrió la república de norte a sur en exposiciones, de igual forma se internó en el vecino país del norte donde maravilló arrolladoramente, hasta que en 1997 se integró al área expositiva del Museo Ferrocarrilero.

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