30 Octubre 2022 Escrito por 

Las calaveras de Posada

José Guadalupe Posada nació el 2 de febrero de 1852, en Aguascalientes. A pesar de su supuesta fugacidad, se propagó con una rapidez inusitada y logró trascender lo momentáneo para permanecer, siempre, como una referencia obligada en el arte mexicano.

Su obra, para la que no se buscó ni muros ni caballetes, pues su intención era otra, estaba impresa en hojas volantes, multicolores, simples papeles susceptibles de ser arrastrados por el viento. Lo mismo se le encontraba en las estampas religiosas, que aún hoy se veneran que, en los juegos de mesa, en las cartas amorosas, las etiquetas de los cigarros, los calendarios, los cuentos, las canciones, los diarios y las revistas de la época.
Las calaveras de Posada bailan, se divierten, viven la modernidad porfirista, participan alegremente en la vida cotidiana, pero también critican con ferocidad a los poderosos. Posada utiliza las calaveras como un pretexto para descubrir la realidad.
Calaveras somos todos, desde los poderosos hasta la gente del pueblo que se emborracha y baila con la calaca. La muerte no es inmóvil ni pertenece tan solo a otro mundo, pues se encuentra presente en el quehacer cotidiano de esta vida. Las calaveras de Posada burlonas, irónicas y hermosas, atestiguan el carácter de la vida como algo poco digno de tomarse en serio.
El artista falleció el 20 de enero de 1913 de “enteritis aguda”, y se le dio boleta para ser enterrado, gratuitamente, en la sexta clase del Panteón de Dolores. No tenía familia; su único hijo y esposa habían fallecido años atrás. Siete años después exhumaron sus restos; no los reclamó nadie, ni parientes, ni amigos, por lo que fue a parar a la fosa común, junto con otras calaveras anónimas, como las que siempre dibujó Posada.
¡Que viva Posada!, ¡que viva por siempre el Día de Muertos!

LA FLOR DE LOS MUERTOS
La flor de Cempasúchil simboliza el Día de Muertos en México, gracias a su color y aroma es uno de los elementos más representativos de las ofrendas para los muertos. Es originaria de México, su nombre proviene del náhuatl “Cempohualxochitl” que significa “veinte flores” o “varias flores”.
Nuestros antepasados asimilaban el color amarillo de la flor de cempasúchil con el sol, razón por la que la utilizaban en las ofrendas dedicadas en honor a sus muertos. La tradición marca hacer senderos con las flores de cempasúchil, desde el camino principal hasta el altar de la casa con la finalidad de guiar a las almas hacia los altares.
La flor era considerada por los mexicas como un símbolo de vida y muerte. El tallo de la flor puede llegar a medir hasta un metro de altura, mientras que sus botones pueden alcanzar los cinco centímetros de diámetro.
El 1 y 2 de noviembre se celebra en nuestro país a los muertos, son días en los que podemos apreciar el color y olor más intenso de la flor. En México se estima la presencia de 35 especies de la flor, de las 58 referidas para América. Los estados de Guanajuato, Hidalgo, Michoacán y Estado de México son los que cuentan con las mejores condiciones de suelo y clima para la producción de cempasúchil. Dicha flor únicamente florece después de la época de lluvias.
Los invitamos a tomarse la foto en el mural sobre las calaveras de Posada, expuesto en la barda contigua al Museo Ferrocarrilero y a recordar a los ferrocarrileros que se adelantaron en el viaje, a través del camino de flores montado al interior del recinto cultural.

 

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