Y no es solo por el daño a perros, esas campañas son nuevas como parte de un movimiento en defensa de animales, el peligro mayor de la pirotecnia es de lesiones a personas y patrimonio con antecedentes estadísticos en los que los más afectados son niños.
A pesar de eso y que el gobierno de Guaymas prohibió la venta en la vía pública las explosiones se dejaron escuchar en toda la ciudad con lo que se comprobó nuevas formas de compra a través de redes sociales, por internet o en mercado clandestino.
Y así por un momento de peligrosa diversión en el nombre de una tradición padres de familia se convirtieron en infractores de la Ley al adquirir productos de dudosa procedencia que encima pueden provocar heridas graves y hasta la muerte de sus hijos. Para ellos no hubo sanciones por un criterio de tolerancia aplicado por el gobierno y porque es difícil detener a quienes se esconden en fiestas familiares navideñas.
Por fortuna no hubo incidentes graves asociados por el uso de pirotecnia, aun así las autoridades de la Secretaría de la Defensa Nacional no deben esperar a que ocurra algo malo para actuar en torno al uso indiscriminado de artefactos explosivos que se almacenan, distribuyen y comercializan en medio de total desorden lo que hace imperativo un trabajo de prevención para dar seguridad en torno a la venta de esos productos.
Aparte de lo que a la autoridad le corresponde hacer, lo fundamental es que exista plena conciencia de lo que puede provocar una tradición que implica manejo de pólvora que no tendría por qué estar en manos de niños sin supervisión de adultos que no miden consecuencias, arriesgan a sus hijos y generan desorden en su entorno.