En el año viejo la Comisión Estatal del Agua se despidió como nunca por la falta de atención a desabasto en una tercera parte de la ciudad y aunque argumentó reparaciones como causa de los problemas, en todos los reportes hay una constante de fallas por semanas y hasta meses como el dramático caso del cañón de la Antena donde hay unas seis familias que no recibieron agua desde el mes de octubre.
Otras colonias como Montelolita, Termo, Punta Arena, adolecieron de bajas presiones mientras que en la Yucatán, Colinas, Loma Linda, Cerro Gandareño, se registraron bajas presiones porque hay pocos equipos que se turnan de sector en sector los días del tandeo. Y lo que nunca en Guaymas: en pleno centro el 2022 terminó con falta del vital elemento en la parte alta sin una respuesta clara del organismo operador cuyos directivos están más esperando el cambio de mandos que con una intención de cubrir la necesidad en la ciudad.
En la transferencia de administraciones radica la última esperanza de miles de usuarios cuyas voces no son escuchadas y son condenados a pagar un servicio deficiente y a intentar sobrevivir sin agua lo que es imposible según la ciencia.
En manos de la alcaldesa Karla Córdova y del presidente Luis Fuentes está el tomar las riendas de la CEA y llevarla con mejor rumbo, pero con inmediatez, no se les pedirá soluciones a los derrames de drenaje ni de agua, ni saldar deudas ni invertir los millones que se necesitan.
No, en Guaymas este año que comienza ya no se espera ni se pide tanto después de décadas de mal servicio y en una crisis desesperante de desabasto, solo se reclama, se exige que en cada hogar cumplan con el mínimo del programa de distribución para poder tener el recurso natural más preciado sin el cual no se puede vivir: agua.