Injusto sería cuestionar a trabajadores y trabajadoras de la salud cuya vocación los obliga a buscar herramientas en medio del desabasto con tal de salvar vidas porque por encima de los discursos en los hospitales públicos falta todo desde especialistas, medicinas hasta espacios adecuados. Eso no es nuevo lo que sí es de este sexenio es la premisa de brindar atención médica de calidad y con sensibilidad lo que se les olvida a directores y delegados. En el caso de Guaymas tanto la responsable del IMSS como la delegada estatal son mujeres, por eso no se entiende la razón por la cual hoy en día existan decenas de derechohabientes en lista de espera por una operación de matriz. A las víctimas, porque así debe llamárseles, les han dicho cualquier cantidad de pretextos desde hace años, que si el quirófano, que si falta cirujano, que no sirve el elevador y así han tenido que sufrir las consecuencias en su salud con riesgo directo a su vida y lo peor es que cuando han buscado a la directora ni siquiera se toma la molestia de escucharlas. Así hay múltiples casos que se pudieran resolver con capacidad de gestión, pero no, las jefas prefieren agachar la cabeza, aceptar condiciones de trabajo difíciles y quedar mal con pacientes antes de contradecir a sus superiores porque eso implica perder su puesto y eso no se vale porque se supone que en la 4T hay sensibilidad y hay honestidad. Por eso vale más que los directivos acepten sus deficiencias y empiecen a trabajar de verdad por la gente para que cumplan con esa noble misión de salvar vidas y no se limiten a cuidar su puesto político.