A diario la queja de muchos hermosillenses es el estado en que se encuentran las calles y el tiempo que tardan en desplazarse y no se si ello sea el factor para que en los tramos que están en buenas condiciones aplasten con ganas el acelerador, pero en verdad que es espeluznante ver las velocidades con las que transitan muchos vehículos en zonas escolares o en colonias donde hay muchas familias.
Igual de impactante es la facilidad con la que protagonizan accidentes y como estos son cada vez más espectaculares o peliculescos.
Justamente anoche el conductor alcoholizado de un vehículo fue a parar al fondo de un canal en el bulevar Navarrete entre Quintero Arce y Quiroga de donde fue rescatado por elementos de Bomberos y Cruz Roja para ser trasladado a un hospital.
Casi a diario a lo largo de las calles Monteverde, Veracruz, Nayarit, José Carmelo, Yáñez, General Piña, solo por citar algunas, ocurren accidentes que por suerte en la mayoría de los casos dejan únicamente pérdidas materiales, pero también suceden tragedias, como las del sábado en donde un hombre fue atropellado y quedó mortalmente herido en el bulevar García Morales.
Para colmo nos sentimos agraviados cuando nos multan o porque colocan filtros para detectar a conductores punibles, como los colocados en los últimos días, a pesar de que estamos viendo cómo influye la ingesta de drogas lícitas e ilícitas en los percances.
Pero eso sí, en cuanto ocurre un accidente fatal buscamos responsabilizar a alguien y la mayoría de las veces no es a quien incurrió en la falta, sino a quien no lo vigiló…
En pocas palabras no tenemos lado y conste que no estamos defendiendo a la autoridad, para nada, sino que señalamos la dualidad del ser humano y la doble moral con la que a veces actuamos y no nos percatamos, señalando, como dice el refrán, la paja en el ojo ajeno sin percatarnos de la barra que tenemos en el nuestro.
Vergonzosa exhibida de corrupción en aduanas de México
De por si es lastimoso ver en redes sociales la queja de una mexicana radicada en Suecia quien, al regresar a este país a visitar a su familia, concretamente al ingresar por Nogales, Sonora, se da cuenta de un caso de corrupción en la Aduana Mexicana, por parte de quienes se jactan que ya no hay tal, pero peor es que muchas personas justificaron la práctica.
Es lamentable, porque, así como no ven las ejecuciones tumultuarias que a diario ocurren, ni la escasez de medicamentos, ni el crecimiento de la pobreza, así tampoco quieren ver que la problemática es la misma esté quien esté en el poder ¿y porque? Simple y sencillamente porque quien debería de señalar esa corrupción es quien la promueve y me refiero a la sociedad, a cada uno de nosotros.
En verdad que da vergüenza que nos digan que cobran cinco dólares para evitar la revisión de la maleta por cada persona que viaja en autobús que ingresa a México, imagínese el gran negocio que realizan los delincuentes disfrazados de aduanales que están en la frontera y cuánto será por pasar los grandes cargamentos.
Sin embargo, insisto, lo peor es que mucha gente se indignó por la “levantada de faldillas” argumentado que las personas traen fayuca para su familia a quienes no ven en mucho tiempo y que nunca soñó con tener esos artículos…
El punto es, si yo radico en cualquier lugar del mundo y voy a traer objetos o regalos para mi familia, debo de saber que tengo que pagar por ellos y al ocultarlos estoy incurriendo en un delito y al pagar un embute también… Por eso estamos como estamos y mientras lo permitamos nos seguirán exhibiendo como un país de corruptos, lamentablemente.
Ojalá que junto con el programa de modernización de aduanas que se tiene previsto implementar en la frontera con Estados Unidos se busque profesionalizar al personal porque de nada sirven las obras si la actitud de quien está a cargo se mantiene con las mismas prácticas.
Correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.