Y no es exageración anticipar una tragedia de alcance fatal en la mala práctica de supuestos profesionales de la salud cuya labor dista mucho de ser ética al ofrecer servicios para los cuales ni están preparados ni tienen las herramientas y menos cuentan con permisos de autoridades para sus actividades.
Caso concreto, las clínicas o consultorios de belleza que operan en la clandestinidad para realizar lo mismo tratamientos de rejuvenecimiento que cirugías de alto riesgo sin siquiera tener a personal calificado ni áreas adecuados con riesgo directo para cientos de pacientes confiados en un título o por las atractivas promociones distribuidas en redes sociales.
Es exactamente lo que pasa en el municipio de Empalme, en el cual funciona una clínica irregular que garantiza mejorar el cuerpo de mujeres, a través de operaciones en abdomen, rostro y el cuerpo en general, cuando ni siquiera existe un registro oficial de su existencia.
Hasta hoy, la Comisión Estatal para la Protección de Riesgos Sanitarios desconoce el funcionamiento del consultorio ni las prácticas en las que difícilmente se tiene al personal necesario para una cirugía como anestesiólogo, enfermeros y lo primordial, un espacio que cumpla con todos los requisitos para dar servicios de salud.
El peligro es latente y hay cantidad de antecedentes sobre muertes, lesiones graves e irreversibles de jóvenes que aspiraban a ser perfectas y lo que lograron fue ver su vida destruida por una mala práctica, lo que no se debe permitir después de tantas víctimas en el país.
Es necesario que la Coesprisson verifique todos los lugares que se promueven como consultorios o clínicas y que les dé la certeza a pacientes de estar en buenas manos bajo una escrupulosa regularización.
Y también la gente que conozca de casos y de lugares irregulares debiera tener el valor civil de denunciar porque es precisamente del miedo y vergüenza de lo que se valen estos médicos y doctoras que ven a pacientes como negocio como unos mercenarios de la salud.