En el primero, un operador de maquilas fue golpeado por desconocidos para despojarlo de su vehículo cuando se dirigía al parque Bellavista por la carretera Internacional.

Después un transeúnte tuvo que ser hospitalizado luego de que dos sujetos lo lesionaron para quitarle la cartera y finalmente una humilde vendedora de tamales perdió la ganancia del día a manos de un ladrón armado.

Los tres casos fueron atendidos por autoridades policiales, pero no hay detenidos hasta ahorita tal vez porque se trata de robos con montos menores comparados con otros asaltos, pero se trata del dinero que las víctimas ganan a base de trabajo por eso es que las instituciones tendrían que ocuparse de manera especial en estos casos, además de que ocurrieron en zonas de alta afluencia de automovilistas y de peatones.

Para estos delincuentes no debe haber tolerancia, ya una parte de la sociedad puede llegar a entender el saldo violento de la disputa entre criminales, pero nunca se va a aceptar que gente de trabajo sea blanco de la inseguridad porque entonces sí significara que no hay tranquilidad ni paz ni tregua en una comunidad en la que hay presencia de corporaciones de los tres niveles.

Todas ellas pueden implementar operativos eficaces porque cuentan con personal y equipo para hacerle frente a ladrones que intentan burlar la estrategia de seguridad en perjuicio de gente humilde. Valdría la pena que las autoridades replantearan su trabajo, que valoraran la posibilidad de realizar rondines permanentes en zonas comerciales, en colonias, para cubrir todos los espacios como una muestra de firmeza que le brinde seguridad a familias y pueda redundar en la detención de asaltantes para la tranquilidad de todos.