Para poder romper con la institucionalidad y disciplina de la plantilla de doctores suplentes, Imelda Ramírez tuvo que cometer una serie de agravios contra los afectados y pasar por encima de reglas internas y del sindicato que en esta ocasión sospechosamente se mantiene al margen de un asunto eminentemente laboral en el que su obligación es intervenir a favor de su gremio.
La protesta se realizó el jueves desde la una de la tarde dentro del hospital de la Diez, los médicos suplentes pararon labores después de semanas en las que mostraron su inconformidad por asignaciones arbitrarias, trato despótico, falta de material básico para trabajar y otras irregularidades que ya conocía la directora del nosocomio, pero no actuó porque o no le conviene o no le interesa.
Por el contrario, lejos de conciliar, su postura fue de choque al deslizar la posibilidad de castigos para los manifestantes sin siquiera ofrecer una sola garantía de resolver la grave situación de déficit y crisis con la que personal médico debe laborar. Al final los más afectados por los conflictos de Imelda Ramírez son los derechohabientes porque se quedan sin servicio y todos los días tienen que lidiar con carencias y maltrato en un ambiente insano promovido por una directora protegida desde la delegación estatal del IMSS donde poco les importan sus trabajadores y sus pacientes.