Aquella suerte de pasaporte para ingresar a San Carlos que en teoría era solo para residentes y terminó en negocio lucrativo del comisario en turno y de un grupo de agentes policiales, con el correspondiente escándalo anual por las denuncias de clonación y venta en precios muy por encima de autorizado de manera extraoficial porque nunca se incluyó en la Ley de Ingresos.

Y lo que fue un intento por ordenar y garantizar acceso fácil para las familias que viven en San Carlos se convirtió en un manoteo que generaba más desorden porque grupos de jóvenes compraban decenas de gafetes para poder circular por el bulevar sin ser molestados durante su estancia en el destino.

Todavía el año pasado el comisario Neil Lozano fue protagonista de incidentes por la distribución poco clara de los tarjetones, razón por la cual este año el gobierno decidió eliminar esa práctica y apostarle a una mejor estrategia de orden vial para evitar afectación a residentes.

En ese tema hay una realidad, con un solo bulevar y sin calles alternas, en cada temporada alta de visitantes habrá problemas para quienes viven en el polo turístico y la autoridad lo que puede hacer es tomar ciertas decisiones para evitar tanta aglomeración como la de no otorgar permisos para islas de cerveza o asignar más oficiales de tránsito.

Por lo demás, hay un valor entendido que vivir en un destino atractivo tiene un costo y que el gobierno además de promover mejores servicios para visitantes tiene que procurar cuidar el patrimonio de residentes y comerciantes que haya orden, sin daños a locales para que tanto el turismo como las familias de San Carlos puedan vivir vacaciones de primavera con seguridad.