25 Marzo 2023 Escrito por  Armando Fuentes/Catón AGENCIA REFORMA

De política y cosas peores

CIUDAD DE MÉXICO.- Tengo teorías hasta p'aventar p'arriba. Procuro no demostrarlas, pues entonces dejarían de ser teorías, y eso les quitaría lo teórico. Por ejemplo, pienso que desde que empezó a usarse la palabra "bullying" aumentaron en las escuelas los casos de bullying.

Antes los había, claro, pero no se llamaban así, y el hecho de no tener nombre extranjero les restaba difusión, y por tanto frecuencia. Los maltratos escolares no estaban bautizados, ni en inglés ni en español. Aun así, existían. Maltratábamos de palabra y obra al gordito del salón porque era gordo. Del bizquito decíamos que había ido al cine a ver "Las dos Blanca Nieves y los 14 enanitos". Al pelirrojo lo apodábamos "cabeza de cerillo" y lo perseguíamos por el patio hasta la vez que, acorralado por la turba en un rincón, sacó un crucifijo y nos lo puso enfrente, como en las películas de Drácula, con lo cual ya nadie se atrevió a tocarlo. Ahora, el tal bullying es casi uso y costumbre, y en ocasiones llega hasta causar la muerte de la víctima. El fenómeno es multifactorial, como dicen los entendidos que no entienden lo que pasa. Con la casa vacía -los dos padres trabajan-, las iglesias cada vez más escasas de feligreses y las escuelas con maestros que en muchos casos lo son por dos razones solas: el día 15 y el día último, los niños y muchachos no aprenden lo que antes se llamaban con solemnidad "valores", y trasladan a su mundo las violencias que aprenden en los artilugios que son ahora su fuente principal de aprendizaje. Creo que, si se consiguiera el milagro de hacer que los maestros y sus alumnos se acercaran a los libros, el bullying, esa forma de maldad, disminuiría considerablemente. La lectura no solo nos aminora lo pendejo: también nos ayuda a reprimir lo malo que en nosotros late, descendientes como somos de Caín, y no de Abel. No tengo nada contra los libros a los que se da el nombre de "sagrados", por más que hayan originado tantas mortandades, pero opino que leyendo a Dickens se hace uno más bueno que con la lectura y estudio de esas obras inspiradas, según se dice, por la divinidad. A mí me hizo mayor bien el "Corazón, diario de un niño", de Amicis, que el Catecismo del Padre Ripalda. Con esto no quiero decir que la religión sea mala. Lejos de mí tan temeraria idea. Para muchos es fuente de fe, de esperanza, y en ocasiones también de caridad. Considero, sin embargo, que las religiones deberían llevar la advertencia que se pone a las bebidas alcohólicas: "Cuidado. El exceso en el consumo de este producto puede ser peligroso para la salud". La excesiva religión es causa de fanatismo e intolerancia; divide a los hombres en lugar de unirlos. Las tablas de multiplicar causan menos problemas que las Tablas de la Ley, porque aquéllas no admiten interpretaciones y éstas sí, inficionadas como están por el vicio al que llamo "siperismo". "Ama a tu prójimo". "Sí, pero me reservo el derecho de decir quién es mi prójimo y quién no". "No matarás". "Sí, pero tolero que exista la pena de muerte, y cuando hay guerra bendigo las armas de los que van a matar". Volviendo al tema, las iglesias cristianas nos han hecho bullying con sus prédicas sobre el infierno. Los pobrecitos paganos eran felices -salvajes inocentes- hasta que llegaron los misioneros a evangelizarlos. Leamos buenos libros, pues, para ser buenos. Tomemos las teogonías cum grano salis, o sea con precaución. Y en cuanto a los libros sagrados, recordemos la frase admonitoria que unos atribuyen a Santo Tomás de Aquino y otros a San Agustín: Hominem unius libri timeo. Temo al hombre que ha leído un solo libro. FIN.
MIRADOR
Por Armando Fuentes Aguirre
No ha llovido.
Tal es el tema principal en la sobremesa después de la cena en el rancho del Potrero.
Aun así, un trago a su taza de té de yerbanís, otro trago a su copa de mezcal de la Laguna -la Laguna de Sánchez, Nuevo León-, don Abundio se las arregla para narrar una anécdota de doña Rosa, su mujer:
-Las muchachas de antes se asomaban al barril del agua de lluvia, pues pensaban que en ella verían la cara del hombre con quien se iban a casar. Un día Rosa me dijo: "Acabo de ver tu cara en el barril". Cuando se retiró fui a ver el barril. No tenía agua. Hacía seis meses que no llovía.
Reímos todos, menos doña Rosa. Masculla con enojo:
-Viejo hablador.
Don Abundio hace el signo de la cruz con los dedos índice y pulgar, se lo lleva a los labios y jura:
-Por esta.
¡Hasta mañana!...

MANGANITAS
Por AFA
". Se enfrenta AMLO a los Estados Unidos.".
Por enésima ocasión
la ciudadanía dirá
que se está poniendo a
las patadas con Sansón.

 

NOTA
La opinión del autor no es responsabilidad de esta Casa Editorial.

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