02 Mayo 2022 Escrito por  EL DEDO

EL DEDO

Luego de varios trienios de escándalos, el Cabildo pasa por una etapa de armonía que ya se extrañaba en esa mesa donde ha habido hasta golpes. El logro de la estabilidad es de la alcaldesa Karla Córdova cuya política dista mucho de las formas belicosas elegidas por figuras como Lorenzo de Cima y Sara Valle para llevar las rondas del municipio y, mientras estos promovieron la guerra interna, la doctora

fomenta la unidad a través de la Secretaría del Ayuntamiento que en su informe semestral estableció que un 100 por ciento de las propuestas votadas en el pleno han sido aprobadas, de esas un 95 por ciento de los acuerdos resultó por unanimidad, el resto por mayoría y solo en un caso hubo polémica legal, que fue en la iniciativa para cambiar de nombre al bulevar de San Carlos. Fuera de eso los números indican buena relación en las diferentes fuerzas políticas que se gestan al interior del Cabildo. Eso no debe significar que regidoras y regidores se conviertan en adornos de Palacio Municipal, como están catalogados en estos momentos al extremar pasividad confundiendo la armonía con la pereza. Está bien que no se peleen ni sean protagonistas de pasajes circenses como aquellos tiempos en los predominó el insulto o la confrontación, nomás que ahora están exagerando cuando se quedan callados, agachan la cabeza, levantan la mano sin siquiera haber leído lo que aprueban y eso no es una digna representación porque lejos de parecer convencidos, se ven controlados y en palacio eso quiere decir dinero o prebendas, no hay más. Y aunque es difícil comprobar corrupción, el costo de la estabilidad edilicia se está notando en las calles con el riesgo de traspasar el problema de desorden afuera, donde la sociedad está demandando resultados para generarse un clima de contrastes en los que regidores dicen que Guaymas es un paraíso, mientras civiles arden en furia por los baches, o se golpean entre ellos debido al desastre vial. Así pasa en el tema de seguridad, donde las regidoras se ven muy felices y en la realidad, hay niñas pidiendo justicia por ser víctimas de violación, otras con miedo por ser perseguidas y unas más con molestia porque sus denuncias no fueron atendidas. Esa realidad no la ven los ediles y ya va siendo hora que le devuelvan al municipio un poco de lo mucho que han recibido por ser figuras decorativas, aunque sea en sus comisiones que no han reportado ningún logro o siquiera con alguna intervención digna en el pleno que sirva para motivar a la gente, porque si siguen con esa máscara pacífica haciendo de cuenta que no pasa nada, en lugar de contagiar la alegría, van a provocar más indignación de quienes están esperando resultados no simulación.

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