09 Junio 2022 Escrito por 

EL DEDO

Cuando la esperanza de tener una mejor comunidad se diluye por la violencia y la descomposición del tejido social, un par de sencillos pescadores le devolvieron la fe a Guaymas y Empalme.

Como en toda crisis, aquí impera el instinto de supervivencia, atrás quedó la convivencia vecinal, la solidaridad con el prójimo, las buenas intenciones de hacer el bien sin mirar a quien, porque en un mundo convulsionado la escala de prioridades se reduce a proteger a familia y patrimonio. Incluso los más altos valores se ponen en entredicho pero puede más el temor a meterse en problemas que la conciencia misma para limitar la vida a producir sin establecer afectos en una suerte de selva en el que sobrevive el más fuerte. Por eso es tan extraordinario el acto de Alfredo Piña y Roberto Zamora, cuyas manos se extendieron para rescatar a once personas a quienes les devolvieron la vida y todavía hicieron un esfuerzo por salvar a los otros tripulantes de la embarcación siniestrada frente a Bahía Catalina el 5 de junio. Los pescadores originarios de la Cantera pudieron cumplir su responsabilidad civil solo con una llamada al 911 para alertar a autoridades, así lo hicieron pero además arriesgaron su vida por una familia en problemas que hoy llora la pena por la pérdida de ocho de sus miembros. Para los hombres de mar no hubo titubeos, no pensaron en las consecuencias legales, en lo abrumador del IPH, en su familia que los esperaba en tierra firme, ni siquiera pensaron en sí mismos, vieron la oportunidad de ayudar y se acercaron a la zona rocosa donde se encontraban los náufragos. Después del rescate colaboraron con las autoridades con datos sobre el siniestro del que fueron testigos y su relato ayudó a localizar los restos de las víctimas fatales del siniestro. Y luego se fueron a su casa consternados por la tragedia sin dimensionar la grandeza de su buena obra, sin esperar el reconocimiento de alguien, todavía antes de dormir pronunciaron una oración por la familia en desgracia, mientras las autoridades daban cuenta de su operativo realizado con esfuerzo y puntualidad, según dijeron. En la crónica oficial no figuran los nombres de los pescadores, los boletines no aluden civiles, solo a servidores públicos, las imágenes oficiales muestran a Bomberos, Marinos, un equipo sofisticado de rescate pero no aparecen los rostros de los héroes silenciosos. A pesar de tal omisión, por encima de cualquier información del gobierno, el reconocimiento de la sociedad de Guaymas y Empalme está dirigido a los pescadores por arriesgarse sin pensar, por salvar vidas, por devolverle la fe a una comunidad lastimada y en constante crisis, por todo eso las familias de las víctimas, los sobrevivientes, la ciudadanía de Guaymas y Empalme les dicen: gracias ángeles del mar.

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