La historia se generó en Guaymas, municipio de alto índice de engaños a personas de buena fe que se asustan ante las llamadas por falsos secuestros o los denominados hackeos en equipos móviles.
Eso le pasó a la víctima de extorsión que después recibió mensajes del estafador para iniciar una relación casi amistosa en la que hubo préstamos de dinero, pláticas e interacción directa sin violencia solo para reafirmar el grado de confianza que tienen las personas que cometen estos delitos desde algún penal o en otros estados.
El extorsionador sabe que no hay quién lo persiga por eso se da el lujo de convivir con los incautos y de darles algunos detalles de las modalidades de engaño con la certeza de que no habrá alguna autoridad capaz de detenerlo.
Por eso el delito va en aumento y las víctimas también con particular énfasis en esta región donde lo que queda por hacer es reforzar las medidas de seguridad en teléfonos, evitar tener contactos desconocidos y denunciar cualquier llamada engañosa en un intento porque en algún momento el gobierno decida poner un alto a los estafadores que por muy amigables que resulten algunos, no dejan de ser delincuentes en potencia.