Zoé Robledo llegó al hospital de la calle Diez y claro, como era de esperarse, recorrió los lugares menos feos y se concentró en áreas administrativas porque de haber ido a cualquier piso o a urgencias se hubiera encontrado con la película de horror que a diario padece el personal sin herramientas mínimas de trabajo y los pacientes que pagan las deficiencias del instituto.
Tan es así que justo después de la visita del funcionario federal se realizó una inspección en quirófanos y el resultado fue inesperado para la gente de la ciudad de México, pero no para trabajadores y trabajadoras del hospital que saben del rezago y de las carencias con las que se intenta prestar servicios medianamente aceptables.
Ahora, dicen que vendrá una inversión para el área de cirugía, pero eso no es suficiente, el seguro de la Diez necesita un presupuesto ambicioso para su reconstrucción porque con obras chicas solo se darán paliativos sin resolver el problema de fondo.
Lamentablemente, para directivos del IMSS la realidad no importa, pareciera que viven de anuncios espectaculares y de promesas pero no, así no se salvan vidas y si no se empieza a trabajar en un proyecto de modernización además de la construcción del hospital de especialidades, entonces las y los derechohabientes deberán resignarse a tener un servicio poco digno, mientras el personal lucha por cumplir su misión sin apoyo de sus jefes y solo por vocación.