El tristemente célebre Plan B de López Obrador es eso, una injuria, un atentado contra la legislación que rige los procesos electorales y contra el Instituto Nacional Electoral, la institución autónoma encargada de organizarlos y dar cuenta de sus resultados. Por eso el ministro Laynez, de la Suprema Corte, estuvo atinado y muy puesto en razón cuando con estricto apego al orden jurídico decidió dar entrada a la controversia constitucional interpuesta por el INE, con lo cual puso freno a la aplicación de la ilegal iniciativa de AMLO. Su determinación fue causa de que a la injuria el Presidente añadiera la injuria. Se desató en una serie de calificativos afrentosos contra la Corte y los ministros, a quienes llamó "la mafia en el poder"; los tildó de partidarios de la oligarquía, de enemigos de la democracia, y dijo de ellos que su único Dios es el dinero; así, con todas sus letras, háganme ustedes el refabrón cavor. Característica universal de los autócratas es que montan en cólera y pierden los estribos cuando su omnímoda voluntad encuentra algún obstáculo. Berrean entonces, iracundos, y hacen rabietas y pataletas al modo de los niños malcriados. El destino natural del Plan B es el bote de la basura, por ilegal, por antidemocrático e irracional. La ciudadanía consciente y libre está de plácemes; menudean las muestras de reconocimiento al Poder Judicial; a sus integrantes, agraviados por el Ejecutivo, y el ministro Laynez recibe multiplicadas muestras congratulatorias por la suspensión que ordenó y que detuvo las aberrantes medidas ordenadas por el caudillo de la 4T para fortalecer su régimen y su poder personal. Muy posiblemente la mañanera de hoy contendrá una nueva andanada de denuestos a la Suprema Corte por parte de López Obrador, que considera enemigos personales a quienes no se someten lacayunamente a sus dictados. Esas ofensas hacen más daño a quien las profiere que a aquéllos a quienes van dirigidas. Así pues, celebremos señores con gusto esta medida que da alientos al INE, a la democracia y a las buenas casusas de México. Don Algón le hizo un servicio grande a su guapa vecina. Le dijo ella: "No tengo palabras para agradecerle este favor". Replicó el salaz ejecutivo. "Permítame sugerirle algunas.: 'Cena'. 'Copas'. 'Cama'. 'Sí'.". Dijo aquella mujer: "Hay hombres necesitados de amor, y yo se los doy a cambio de una módica cuota". Preguntó alguien con cautela: "¿Es usted.?". Ella se apresuró a aclarar: "Soy propietaria de una casa de retiro para ancianos". La señorita Himenia, célibe de muchos calendarios, se presentó en la inspección de policía y declaró: "Un hombre me besó sin mi autorización". La interrogó el oficial de guardia: "¿Cuándo sucedió eso?". Respondió ella: "Hace 30 años". El gendarme se asombró: "¿Y hasta ahora viene a denunciar el hecho?". "No vengo a denunciarlo -manifestó la señorita Himenia-. Vengo a evocarlo. Recordar es vivir". Don Pecunio, dineroso señor, le dijo al pretendiente que pedía la mano de su hija: "Quiero que sepa usted, joven, que Moneta está acostumbrada a vivir como reina". "Lo entiendo, señor -replicó el solicitante-. Viviremos con ustedes, de modo que yo también me acostumbraré a vivir como rey". Acnerito, muchacho adolescente, le pidió a su padre: "Háblame de sexo". "¿De sexo? -se alarmó el señor-. ¡Qué voy a saber yo de sexo! ¡Tengo 20 años de casado!". FIN.
MIRADOR
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
Anoche me acosté pensando si en verdad merezco que haya un Dios.
Si merezco que cuando salgo al jardín me dé en la cara el sol.
Me pregunté si merezco el pan de cada día, el agua, el techo que me cubre, la ropa con que voy.
Me dije que no sé si merezco al amigo que es mi amigo a pesar de que sabe lo que verdaderamente soy.
Pensé que no merezco el poema ni la canción.
Que no merezco haber mirado el bosque, la montaña, el mar, la estrella que sólo para mí da su fulgor.
Tuve otra duda anoche: ¿merezco el aire que respiro, el lugar donde estoy?
Todo eso pensé anoche, cuando no era aún hoy.
De pronto, mujer mía, recordé el día en que me diste amor.
Y pensé: si merecí eso es porque merezco el sitio donde me hallo, y merezco la estrella, y el verso y la canción, y el amigo, y el cotidiano pan, el agua, el aire, el vestido y la casa, y el jardín, y el sol.
Pensé, amada, que si te merecí a ti también merezco a Dios.
¡Hasta mañana!...
MANGANITAS
Por AFA.
". Pusieron freno al Plan B.".
Si me permiten, sugiero,
con el respeto debido,
que ahora que está detenido
lo tiren al basurero.