Y no es que la mediocridad deba ser criterio para medir el gobierno de la cuarta transformación sino porque la herencia del caos financiero y de corrupción es tan grande que no se puede exigir más para comenzar un año difícil en el municipio.
Tan solo en la Cuenta Pública del año pasado, el ISAF calificó con 3 la gestión de Francisco Genesta por todas las irregularidades que ya se han mencionado, pero el ex alcalde recibió una situación parecida con cifras reprobatorias que no superó porque no supo, no pudo o no quiso trazar un plan de ordenamiento interno que se necesita desde hace tiempo en la Administración Municipal.
El caso de Carlos Enrique Gómez Cota es lo mismo, él recibió desorden y no mejoró en formas ni en transparencia para agregarle el mal manejo de la deuda adquirida con una financiera para obtener recursos que no se aplicaron en las obras que se programaron durante su trienio, es más, ni siquiera se hicieron los trabajos, pero el dinero se gastó.
Y ya desde antes la administración arrastraba un cinco en la cuenta pública de Héctor Laguna cuando empezaron los malos números y no es que los gobiernos de Samuel Rodríguez o de Juan Sauceda hayan sido ejemplares, sino que al menos mantuvieron cierto cumplimiento en asuntos elementales que descuidaron los sucesores para generar un problema grave de legalidad.
Así es la administración que recibió Luis Fuentes por eso pedirle un diez es una utopía, no va poder en un año, lo que sí tiene que hacer es superar la etapa de la corrupción y que las buenas prácticas se plasmen en un resultado menos vergonzoso para el municipio.
Después de años de rezago, de desorden, de mal manejo de recursos, Empalme merece tener un gobierno digno de sus representados, que genere desarrollo, con rumbo, visión de futuro, cuyo gobierno sea calificado con buenas cifras y no con números reprobatorios.