A diferencia de otros gobernantes, él no le tuvo miedo al costo político o social que pudiera implicar el retiro de un grupo indígena, pero eso no significa que uso la fuerza pública contra la etnia ni puso en riesgo la buena relación con autoridades tradicionales porque nunca como ahora se les ha apoyado tanto con recursos para obras de salud, de educación e infraestructura urbana.

Durazo mantuvo el diálogo como primera vía para resolver un problema que heredó al llegar al poder y durante meses estableció acuerdos que no fueron respetados por quienes cobraron y ganaron millones de pesos al tomar el ilegal control de la carretera en Vícam y Pótam.

Agotados todos los caminos del dialogo, se procedió por la vía legal, confirmándose la clara y flagrante violación a los derechos de libre tránsito, además de un sin fin de agresiones verbales y daños a vehículos y el pago irregular que había que hacer para cruzar por esa zona.

Y consiguió diseñar un operativo inteligente que comenzó en Oroz y concluyó en Vícam para desarticular al grupo de delincuentes que mantuvieron tomada la carretera con resultados positivos en los que se recupera el estado de derecho para beneficio del sector transporte, turismo y en general de todos los sonorenses.

La medida fue celebrada por todos, con lo que Alfonso Durazo se reafirma como un gobernante de carácter, mesurado en su estilo pero preciso a la hora de tomar decisiones como la liberación de la carretera con la que queda claro el mensaje de que en Sonora se respetan los derechos civiles y el gobierno está del lado de la gente de bien.